Ciberacoso: lo que no vemos tras las pantallas
- Guanaco Cybersecurity

- Oct 2
- 5 min read
A simple vista, parece un día normal. Llegamos cansados del trabajo, ponemos la cena en la mesa y vemos a nuestros hijos con la tablet o el teléfono en la mano. Se ríen, juegan, chatean, publican. Pensamos que es parte de crecer en estos tiempos modernos.
Pero lo que ocurre tras esas pantallas no siempre se refleja en lo que vemos en casa. Una broma que se repite demasiado, un comentario cruel en un chat de grupo, una foto compartida sin permiso… el ciberacoso suele aparecer disfrazado de juego, y sus huellas pueden ser más profundas de lo que imaginamos.
Señales de alerta que podemos observar
El ciberacoso no deja marcas físicas, pero sí señales que se manifiestan en el comportamiento y el estado emocional. Reconocerlas es el primer paso para poder acompañar.
Entre las más comunes se encuentran:
Cambios bruscos en el uso de dispositivos: dejar de conectarse de manera repentina o, por el contrario, permanecer excesivamente pendiente del teléfono.
Alteraciones en el estado de ánimo tras interactuar en línea: tristeza, ansiedad, irritabilidad o enojo después de revisar mensajes o redes.
Secrecía y aislamiento: esconder la pantalla, borrar conversaciones, evitar hablar de lo que ocurre en internet.
Descenso en el rendimiento escolar o falta de motivación para asistir a clases.
Aislamiento social, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban.
Problemas de sueño o alimentación relacionados con altos niveles de estrés.
La combinación de estos cambios debería generar una señal de alerta para madres, padres y cuidadores. No se trata de vigilar cada movimiento, sino de estar atentos, abrir canales de comunicación y generar confianza para que los hijos se sientan seguros al compartir lo que ocurre en sus entornos digitales.
Consecuencias más allá de la pantalla
En Australia, datos de la Oficina del eSafety Commissioner muestran que uno de cada cinco jóvenes ha experimentado algún tipo de ciberacoso. Esto refleja que no se trata de casos aislados, sino de una problemática que atraviesa a una parte significativa de la población adolescente.
La investigación académica confirma que estas experiencias pueden tener consecuencias negativas en el corto y en el largo plazo. Entre los efectos más frecuentes se encuentran:
Deterioro de la autoestima y aumento de la ansiedad y depresión.
Disminución en la participación escolar, con consecuencias en el aprendizaje y en el rendimiento académico.
Persistencia de problemas de salud mental en la vida adulta.
Sentimientos de angustia y culpa en quienes presencian el acoso sin intervenir.
El grupo Safe and Supportive School Communities en Australia subraya que el bullying —en cualquiera de sus formas, ya sea presencial o digital— no debe considerarse un “rito de paso” ni una etapa normal del crecimiento. Se trata de una forma de violencia con efectos tangibles en el desarrollo de los niños y adolescentes, y por lo tanto requiere atención temprana, acompañamiento y mecanismos de prevención.
Cómo actuar frente al ciberacoso
Saber cómo intervenir resulta clave para contener y proteger a los hijos cuando son víctimas de ciberacoso. En estos casos, el acompañamiento de madres, padres y cuidadores es tan importante como los mecanismos de denuncia. No se trata únicamente de “resolver el problema”, sino de dar a los niños y adolescentes la certeza de que no están solos en lo que viven.
El ciberacoso no distingue edades. Hoy, con el acceso temprano a tablets, teléfonos y juegos en línea, cada vez más niños pequeños pueden ser blanco de burlas, insultos o exclusión digital. Para ellos, que todavía no cuentan con las herramientas emocionales de un adolescente, el impacto puede ser incluso más profundo.
Escuchar sin juzgar. El primer paso es ofrecer un espacio seguro de escucha. Cuando un niño o adolescente comparte que está siendo acosado en línea, lo que más necesita es sentir validación. Frases como “eso no es para tanto” o “bloquéalo y ya” pueden profundizar la sensación de aislamiento. Como adultos, debemos transmitir calma, agradecer que confíen en nosotros y dejar en claro que hablar de lo que ocurre es un acto valiente.
Reconocer las emociones. Detrás de cada mensaje ofensivo puede haber miedo, vergüenza, enojo o tristeza. Nombrar esas emociones junto a los hijos (“entiendo que esto te haga sentir humillado o con miedo”) ayuda a que sientan que lo que les pasa es legítimo y que tienen derecho a buscar ayuda.
Guardar pruebas. En situaciones de ciberacoso, la evidencia es fundamental. Tomar capturas de pantalla, guardar perfiles, fechas y enlaces permite dar respaldo a cualquier denuncia posterior. Enseñar a los hijos a hacerlo, incluso a los más pequeños, les da la sensación de recuperar un mínimo de control frente a lo que ocurre.
Reportar el contenido. El primer paso es denunciar el material ofensivo dentro de la propia aplicación o red social. Si no se obtiene respuesta, se puede elevar el caso a través de la plataforma oficial eSafety.gov.au/report
Proteger la privacidad digital. Una medida práctica y necesaria es revisar las configuraciones de seguridad en redes sociales y dispositivos. Bloquear, silenciar o restringir interacciones con la persona agresora reduce la exposición. Más allá de lo técnico, es un mensaje claro para los hijos: tenemos formas de cuidar su bienestar y su espacio personal, también en el mundo digital.
Reforzar la autoestima. El ciberacoso suele dañar la confianza personal. Recordarles sus fortalezas, destacar sus logros y devolverles la sensación de que no están definidos por lo que alguien escribe en una pantalla es un apoyo psicológico clave. Esto es especialmente importante en la niñez, cuando la identidad y la seguridad en sí mismos aún se están formando.
Buscar apoyo profesional. El acompañamiento emocional no siempre puede darse únicamente en casa. Psicólogos, consejeros escolares y servicios de apoyo gratuitos pueden ayudar a los niños y adolescentes a procesar lo ocurrido, recuperar confianza y elaborar herramientas para enfrentar situaciones futuras.
Recursos de apoyo en Australia
En Australia existen líneas de ayuda y servicios especializados que pueden ser un recurso valioso para las familias:
Kids Helpline – 1800 55 1800 – kidshelpline.com.au Servicio disponible las 24 horas, todos los días, para jóvenes de 5 a 25 años.
Headspace – 1800 650 890 – headspace.org.au Apoyo gratuito para jóvenes de 12 a 25 años, con opciones de consejería telefónica y en línea.
QLife – 1800 184 527 – qlife.org.au Línea de apoyo para personas LGBTQIA+, disponible todos los días de 3pm a 12am.
Translating and Interpreting Service (TIS National) – 131 450 Servicio gratuito de intérpretes para comunicarse con cualquiera de las líneas de apoyo, disponible en español y en otros idiomas.
National Relay Service – 133 677 Para personas con discapacidad auditiva o del habla.
Emergencias Triple Zero (000) – cuando la vida o la seguridad estén en riesgo inmediato.
Lifeline – 13 11 14 – servicio de apoyo en crisis y prevención del suicidio.
Una conversación necesaria en nuestras familias
El ciberacoso no siempre deja huellas visibles, pero sí altera silenciosamente el bienestar de nuestros hijos. Prestar atención, conversar abiertamente y conocer los mecanismos de apoyo son pasos fundamentales para afrontar esta problemática de los tiempos modernos.
El desafío del ciberacoso nos recuerda que la crianza hoy también ocurre en el mundo digital. Más allá de las pantallas, lo esencial es que niños y jóvenes se sientan acompañados, comprendidos y protegidos en sus propios hogares y en su comunidad.
Con esta convicción, LatinOz QLD impulsa el programa Guanaco Ciberseguridad, diseñado para brindar herramientas, información y espacios de reflexión a nuestra comunidad hispanohablante. La meta es sencilla pero poderosa: que cada familia pueda sentirse más preparada para enfrentar los riesgos del mundo digital y, sobre todo, más unida en el cuidado mutuo.



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